UN MILAGRO DEL PADRE PÍO
- unsaltoalpasado
- 11 jun 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 jun 2018
A lo largo de su vida, e incluso después de su muerte, el Santo Francisco Forgione, más conocido como el Padre Pío 1887, 1968) fue involucrado en una serie de milagros. A continuación conoceremos uno de ellos, el cual ocurrió en la ciudad de Salto.

Se trata del curioso caso de bilocación, que es la facultad de encontrarse en dos sitios al mismo tiempo.
Hace muchos años, durante el cumplimiento de una promesa, monseñor Daniel, un reconocido obispo uruguayo, se trasladó hasta la ciudad de San Giovanni Rotondo, donde residía el Padre Pio a confesarse con él.
Terminada esta diligencia, frailes de un convento cercano, lo invitaron a quedar en la ciudad unos días más, Daniel aceptó la invitación y pasó jornadas espléndidas ,pero a la octava noche comenzó a sentirse muy enfermo y empeoraba a cada instante. El final del enfermo era científicamente inevitable, si quedaba alguna posibilidad, ésta se encontraba únicamente en las manos de Dios. Ante este panorama, los frailes tuvieron la idea de llamar al Padre Pío.
Cuando por fin estuvo a su lado, en lugar de encomendar a los cielos el alma de Daniel, el Padre Pío realizó una profecía, dijo:
- Ya sabía yo que no te morirías. Volverás a tu hogar y trabajarás algunos años más para la gloria de Dios y bien de las almas.
- Bueno- contestó Monseñor Daniel- me iré, pero si usted promete que irá a asistirme a la hora de mi muerte.
- Te lo prometo. Contestó el Padre Pío.
Dicho esto, monseñor Daniel comenzó a recuperarse y luego volvió al Uruguay y trabajó durante otros cuatro años en la diócesis de Salto.
En el año 1941 Monseñor Alberto festejó sus bodas de plata sacerdotales en dicha ciudad. Entre los invitados se encontraba Monseñor Daniel, quien aún estaba muy enfermo.
Luego de la ceremonia, el Monseñor B. , quien se encontraba durmiendo, despertó al oír que alguien golpeaba la puerta de su habitación. Al abrir encontró a un desconocido, vestido con atuendos de fraile capuchino que le dijo:
- Vaya inmediatamente a asistir a Monseñor Daniel. Se está muriendo.
Monseñor B quedó tan impactado con la noticia que no se tomó el trabajo de averiguar la identidad del mensajero, y salió corriendo hacia la habitación de Daniel. Llegó justo a tiempo para tomarle la última confesión al moribundo.
Más tarde, en 1949 Monseñor B fue a San Giovanni Rotondo y quiso aprovechar la estadía para conocer al Padre Pío, y, al conocerlo, se sorprendió, ya que pudo reconocer en el Padre al capuchino que había visto aquella noche y que profetizó la muerte de Daniel. Le preguntó, durante la conversación, en qué lugar se encontraba al momento de la muerte de Daniel.
El Padre Pío le contestó que jamás había salido del convento “sin embargo- agregó sonriendo-, alguna vez he debido ausentarme un minuto para asistir a una cita”.
Como recuerdo de esta peripecia, se conserva en el palacio episcopal de Salto un guante del Padre Pío. Según se dice, muchas personas se han curado de sus dolencias luego de haberlo tocado...
Comentarios